viernes, 1 de mayo de 2015

Gracias.

Me paro en mitad de la Diagonal y lloro.
No es un llanto agónico, es un llanto de emoción que me hace temblar de arriba abajo.
La gente pasa y mira de reojo y lo cierto es que nada importa.
Hoy llegare tarde a cualquier lugar de los que he quedado.
Va hacer dos años y medio que nos dejaste y además de todo lo grandioso que me diste; en realidad tú vida entera y mis mejores enseñanzas y consejos me llega ahora tu último regalo material....
El más grande que jamás nadie me haya hecho.
Aún no soy capaz de creerlo.
Sigo sin asimilar muchas cosas aún.
Me sigue quedando un gran trecho.
Y cada una de estas lágrimas que siguen el recorrido de mi rostro, también siguen acercándome a ti.
Donde sea que estés.

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