Volqué mi parte de la comida en el cuenco comunitario y me senté en el suelo a comer.
Una mujer muy mayor se rió y me dijo, tu eres una persona a la que la gente acudirá sin que la llames....tienes un corazón rico.
Yo la mire y le dije, usted no me conoce, no puede saberlo..lo hago por que es la costumbre y yo no quiero ser diferente...
Aunque no lo sepas te equivocas, todos somos diferentes por naturaleza...
Aquél que le gusta hacerlo todo en solitario, solo se preocupa de lo suyo, el que come en el mismo plato con otros es el que sabe, se preocupa y se entera de los problemas y alegrías de aquellos con los que comparte y cuando uno esta llenando el estomago es cuando esta más predispuesto a contar.
Ayer me contaron una pequeña historia y me acorde de aquella mujer que jamas volví a ver..
Se cuenta que al morir un hombre, fue a parar al paraíso.
Al ver a San Pedro, le dijo; que siempre había tenido curiosidad por ver como es el infierno..
Al ver a San Pedro, le dijo; que siempre había tenido curiosidad por ver como es el infierno..
Y San Pedro, le concedió la petición, le dejo asomarse a las puertas del infierno.
Allí vio una sala grandiosa, llena de largas mesas llenas de grandes platos de arroz, jugosos, apetitoso, con un caldo humeante que habría las entrañas con su maravilloso olor.
Todos los sentados a las mesas desfallecían de hambre, dos personas por cada plato grande que había, uno sentado al frente del otro.
Allí vio una sala grandiosa, llena de largas mesas llenas de grandes platos de arroz, jugosos, apetitoso, con un caldo humeante que habría las entrañas con su maravilloso olor.
Todos los sentados a las mesas desfallecían de hambre, dos personas por cada plato grande que había, uno sentado al frente del otro.
Para comer cada uno tenia dos palillos inmensamente largos, tanto, que por mucho que lo intentaran no conseguían llevárselo a la boca.
Todo un suplicio para un hambriento, mirar la comida mientras su estomago ahulla.
Para cada uno hay un infierno.
Todo un suplicio para un hambriento, mirar la comida mientras su estomago ahulla.
Para cada uno hay un infierno.
Horrorizado y triste, el visitante le pidió a San Pedro la vuelta al paraíso que le correspondía.
Allí se encontró la misma sala, las mismas mesas, el mismo arroz, los mismos palillos largos...
Pero esta vez los comensales estaban alegres, sonriendo y comiendo.
Allí se encontró la misma sala, las mismas mesas, el mismo arroz, los mismos palillos largos...
Pero esta vez los comensales estaban alegres, sonriendo y comiendo.
Cada uno cogía la comida con los palillos, la llevaba a la boca del compañero de enfrente y todos comían mientras hablaban de sus cosas.
Para cada uno hay un paraíso.
Pienso que aquella mujer se refería a esto.
Para cada uno hay un paraíso.
Pienso que aquella mujer se refería a esto.
Obra: La Experiencia de Roberto L' Hotellerie, pintor Aragonés.
Una lección importante, pero hay gente que es incapaz de eso... El individualismo es algo difícil de corregir.
ResponderEliminarMe encantan las cosas que escribes, siempre son grandes reflexiones.
Enhorabuena!
Muakssssssssssss!!!!!
Sin pretender contradecirte, reclamo el trozo de intimidad, de soledad, de reflexión, de individualidad que cada uno necesita para poder dar sentido a lo que te dijo aquella mujer.
ResponderEliminarQue bien lo cuentas, niña.
Un beso.
Guapa!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!qué ganas tenía de decirte: GRACIAS POR ESTAR, por recordarme, por darmne tanto, pero cómo eres tan genial?
ResponderEliminargracias de corazón, te pienso y sonrío, cómo te va? espero que genial,
tu post de hoy es realmente cierto, tod depende de cada uno, lo que para uno es el Cielo, para otro es un infierno, y tú par amí perteneces al primero jejejejej
buena historia sin embargo es dificil cambiar eso en una persona, en especial si lo combinas con envidia.
ResponderEliminarExcelente como siempre, me lo llevaré también. Es lo mejor que he leido esta semana. Así que robada por segunda vez...
ResponderEliminarEsta historia me llego por correo hace algunos meses y me pareció al igual que a tí muy ilustrativa para aprender a ser generosos y auto ayudarnos los unos a los otros. Ya que en realidad al ayudar al otro nos estamos ayudando nosotros mismos.
ResponderEliminarUn saludo de mi parte
Felicidades por tu espacio
Jo, que historia mas bonita!
ResponderEliminarY aunque no lo parezca es esperanzadora, el saber que hay un paraíso para ti...
Besicos
Nena!!
ResponderEliminarGuapa!
Me encantó!
Muy bonito
ResponderEliminarEs bonito lo que cuentas.
ResponderEliminarA veces ser egoistas nos lleva a tener la soledad más grande, aunque estés rodeado de todo y de todos, porque a final nada te pertenece, ni acabas perteneciendo a ningún entorno, ni alcalzas a conseguir lo que un día no fue tuyo. Al egoista se le acaba arrinconando o él solo se va apartando y cuando se da cuenta si es que lo hace, ya es muy tarde para exigir lo que nunca fue suyo, el resto lo ignora. Es como la roca que siempre estuvo en un lugar a la que no se acerca nadie, porque nada aporta. Está allí y nada más, ¡no se si me habré esplicado.
Muy ilustrativa tu reflexión.
Besicos guapa.
Pues con ese gesto decías a las claras que no eras distintas, que valías tanto como los que te rodeaban.
ResponderEliminarDetalles como ese demuestran la persona que hay detrás.
Es muy frecuente ver todo lo contrario, personas que por un famoseo de revista o poco más que un plato de lentejas está dispuesta a vender su alma.
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Saludos, Goathe.
Aquella mujer (tal vez de Mali?) te conoció nada más verte y supo de ti sin errar. Tuviste un gran gesto y lo interpretó como sólo cabía hacerlo.
ResponderEliminarSiempre he intentado aplicarme ese "adonde fueres, haz como vieres". En tu caso, fue un encantador acierto.
Besos, Palmoba.
Bellisimo...
ResponderEliminarsaludos un abrazo
Toda una gran lección!
ResponderEliminarAbrazos palmoba!