Nada.

Era por la mañana y el día relucía; ella miro al cielo y vio pocas nubes, blancas,
eran de algodón de azúcar, quiso tocarlas y no llego.
Tampoco a las nubes.
Esa mañana todo el componente de su interior eran partículas vacías de nada
o partículas llenas de nada.
Por un momento tuvo la necesidad de sentir algo, quiso que la rabia acudiera,
o la impotencia, o la desdicha, o la felicidad de pensar que todo sucedió para
que le llegara algo mejor, pero siguió con sus partículas de nada.
Alguien le hablo y pronuncio su nombre, no se dio cuenta, ni vio a las personas caminando,
ni saludo como cada maña y la miraron con extrañeza, ella siguió estática, no hablo.
El resorte invisible, ese día estaba roto.
Alguien le dijo que tenia cara de relajada y eso sí, lo escucho, se planteo cosas, por que no tenia cara de relajada, era la cara de la nada.
Pero esos pensamientos se le olvidaron pronto. ..
Esa mañana le costaba retener palabras, retener conceptos.
Sabia que si se quedaba a la espera todo pasaría, porque todo pasa, junto con las horas,
los minutos y segundos...se pasa, solo debía mantenerse a la espera.
Pero espera que quemaba en cada bocanada de aire. .
No importa, Espera se dijo.
Esa noche soñó con el único hombre que alguna vez la trato bien, el único al que ella dejo y en su sueño estaba la que fue su casa, “esa” de la que huyo...y estaba bonita y había tranquilidad y luz y colores cálidos y por primera y única vez en cuatro años lo echó de menos.
No a el, ni a la casa....la sensación que ese conjunto le producía.
Al despertar se dijo...que cosas tiene el inconsciente, que malas jugadas nos da a veces.
Y volvió a la nada, que era lo que ese día tocaba.